lunes, 3 de diciembre de 2012

EL FIN NO JUSTIFICA LOS MEDIOS

La historia está llena de escándalos bursátiles pero ninguno se puede igualar a lo sucedido en la empresa Parmalat. Todo comienza cuando Calisto Tanzi decide emprender abriendo una pequeña planta de pasteurización en Parma (Italia) en 1961. La filosofía de empresa fue que "a trabajo duro, éxito garantizado". Así fue, durante cuarenta largos años creció hasta convertirse en una compañía Multinacional, con más de 36.000 empleados y filiales por todo el mundo. Producen leche, zumos, panaderías y otros productos diarios. Al presidente Tanzi le llamaban "San Calisto" por sus milagros económicos.

 Además, era reconocido por la sociedad italiana, la estrecha amistad que le unía a Berlusconi (si al señor Tanzi le apodaban "San Calisto" este debía ser "San Pedro"). Se le subió tanto el éxito a la cabeza que empezó a creer que todo lo que tocaba se convertiría en oro. Ahí comienza la caída y el primer error. Si uno tiene las capacidades necesarias para acabar convirtiéndose en líder mundial del producto que produce, no te salgas del guión ignorante e inviertas en una ruinosa división turística porque lo más parecido que hay a la leche es el color de las sabanas. O la compra del equipo del Parma que le provocó la pérdida de muchos millones al año. Pero esta situación le puede pasar a cualquiera, ninguno sabe realmente al 100% si su idea de negocio es viable si no la hace.

El segundo error está en pensar que se puede robar dinero sin límites. Tenía empresas fantasma en varios paraísos fiscales con las que jugaba a pasar el dinero negro(parte de los beneficios de su empresa) a blanco leche y poder defraudar en impuestos. Tienen que haber consejeros delegados que piensen que sino tienen una  filial en las Islas Caimán no son nadie. En fin, si fueran cuatro duros lo que se le perdió pero es que a "San Calisto" se le perdieron más de 500 millones de euros o... eso es lo que le contaba al ministerio de Hacienda de Italia.


El tercer error(el más imperdonable de todos) está en esconder que la empresa ya no iba bien. En Parmalat, varios años antes del escándalo los beneficios bajaban y las deudas crecían. Se usaron todo tipo de fraudes, tales como maquillajes contables y falsificación de documentos para engañar a auditores y analistas. Generalmente, estos fraudes contables suelen durar unos meses pensando en que la situación se va arreglar y como siempre ocurre lo contrario. Los cracks de Parmalat no llevaban ni una ni dos ni tres contabilidades diferentes, llevaban cuatro. A esta empresa le hubiera venido mejor saber el refrán de "prevenir antes de curar".

El cuarto error es de estar desesperado. Usó información privilegiada y vendió acciones de la empresa antes de que estallará el escándalo. Es una medida desesperada porque se acaba sabiendo siempre. La justicia investigó a un banco que poseía una de las mayores carteras de Parmalat y vieron como días antes del crack vendían a saco. Los escándalos suelen estallar cuando la empresa ya no puede más con las deudas. Dicho y hecho, en cuánto no pudieron ser atendidas se hundió su cotización en Bolsa.

En estos casos pasa lo de siempre, multitud de detenciones, cárcel, ruina de los accionistas, pérdidas de empleo, cuestionamiento de la legislación, dudas sobre auditores y analistas y suicidio de algún directivo.

Lo que pasó en Parmalat puede repetirse fácilmente en cualquier otra empresa que no exista ética empresarial. Muchas crisis empresariales comienzan en una diversificación alocada. Y si la empresa va mal lo mejor es reconocerlo a tiempo para buscar una solución un poco más sana. Sorprende que nadie se preguntara que hacía una empresa lechera como Parmalat con 7.000 millones de euros en las Islas Caimán.


No hay comentarios:

Publicar un comentario