martes, 26 de marzo de 2013

INFANCIA DEL HOMBRE BOLSA


DÍAS DE LLUVIA Y SOL


Antes de publicar más artículos sobre las oportunidades y acontecimientos actuales de los mercados financieros he decidido contaros un pequeño trozo de la vida de "André Kostolany", considerado el mejor especulador de todos los tiempos. En el futuro iré desfragmentando partes de su vida para que podamos aprender de las decisiones más infalibles y de los desastres que se pueden producir tomando la mejor de las decisiones. En la vida todo es una decisión y siempre he pensado que se mejora más ante un fracaso que con varios éxitos. Bueno allá vamos...

André y su familia solían acudir a un balneario muy elegante situado entre los bosques de Bohemia todos los veranos. Era el verano de 1914, en Marienbad se respiraba una felicidad despreocupada que   solía preceder a las grandes catástrofes. Aunque su familia y él no lo sabían... Se acercaba el fin de la monarquía austrohúngara.

En aquel ambiente tan relajante se produjeron unos disparos de revólver que cayeron como un relámpago en medio de un cielo sin nubes. De pronto... comenzó a oler a pólvora.

Los huéspedes del balneario se marcharon tan deprisa como pudieron y se escondieron por toda la nación. Los padres de Kostolany decidieron quedarse para terminar su tratamiento con aguas termales (vaya huevos se le quedarían al padre). En las avenidas y paseos del balneario se escuchaba las últimas noticias procedentes de París, Berlín y San Petersburgo.

Sin embargo, la Bolsa seguía en funcionamiento y los inversores se abalanzaban sobre los periódicos de Viena o de Budapest para seguir los nuevos cambios que se producían ante tales circunstancias. Se impuso una fiebre especuladora. En esa ola se produjeron muchos ricos (los que especularon con mercancías) y muchas personas en la ruina (los que se decidieron por valores y acciones).


El hermano mayor de Kostolany (Emmerich), que en aquel entonces era un joven empleado en un gran banco, se sintió arrastrado también por esa fiebre y, en compañía de algunos amigos, especuló con rafia. Esta materia es una especie de cáñamo que se solía utilizar para atar las cepas de los viñedos (y para que diantres especular con algo que no sirve ante una situación bélica). Al principio todo parecía ir bien. Pero cuando el mariscal de campo Hindenburg derrotó a los rusos en Tannenberg, Prusia Oriental, todos los cambios bursátiles sufrieron una rápida caída. Emmerich perdió todo su dinero y, por si fuera poco, quedó endeudado con el banco (invierte tu dinero, no lo que no es tuyo). 


Debido a la desagradable situación su hermano empezó a murmurar la palabra "suicidio". Rápidamente su padre se sintió en la obligación de liquidar sus deudas para evitar la tragedia que rondaba por la cabeza de su hijo. Desde entonces, la palabra rafia no ha vuelto a ser mencionada en su familia.

Nada más liquidar la desafortunada especulación, los acontecimientos en el frente y en la Bolsa empezaron a sufrir un nuevo cambio. Los franceses ganaron la batalla del Marne y de nuevo se pensó que la guerra sería larga. La fibra de rafia empezó a subir, pero desgraciadamente fue demasiado tarde para su familia. Lo que demuestra que en la Bolsa las cosas pueden ocurrir al principio de manera distinta a como se pensó y sólo después se enderezan y suceden como se había esperado. Cuando, pese a todo, se gana dinero en la Bolsa, es como el salario del dolor; primero llega el sufrimiento, después, el dinero.

El soñador paraje de Marienbad, con su música, sus paseos y sus clientes internacionales ha desaparecido hace mucho tiempo, lo mismo puede decirse de la Bolsa de Budapest. Desgraciadamente también ha desaparecido la familia de Kostolany e incluso él, con su muerte en 1999. Si comparáramos las gigantescas especulaciones que se realizan hoy día, la de la rafia fue algo realmente microscópico. La cantidad que perdió Emmerich y que estuvo a punto de provocar una tragedia, no era más alta de lo que se gastaría hoy uno de los grandes magnates de Wall Street en una noche de juerga con sus amigos.


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