¿Está justificado la
ambición y la posesión del dinero?
Nos tiraríamos cien años
discutiendo sobre esta cuestión. Pero todo depende de la ética y de la manera
en que realicemos nuestras actividades en el pasado, presente y futuro.
Algo sí que es seguro. El placer
que da ganar dinero y poseer aún más puede que no sea del todo moral pero es lo
único materialmente que será necesario para nuestro propio progreso económico.
Tenemos que diferenciar entre el
placer de ganar dinero y el de poseerlo. Es muy distinto.
Resulta completamente natural que
el hombre quiera tener dinero. Nos da independencia y comodidad, ofrece
pequeñas alegrías y satisfacciones y en ocasiones sirve para mantener una buena
salud. Lo de la buena salud es porque un tío con dinero si necesita un
trasplante estará el primero y el que lleva mucho tiempo esperándolo que tiene
lo justo para sobrevivir morirá esperando o se encontrará cerca de la muerte.
Es muy injusto pero la realidad es así.
Para la mayoría de las personas que
no tenemos dinero, el ganarlo es una necesidad cotidiana, una lucha continua de
sufrimiento y alegrías. Para otros significa un placer no por el dinero en sí,
sino porque se trata de una ganancia en el auténtico sentido de la palabra.
Los alemanes llaman “verdienen” a
ganar dinero, que podría traducirse por “merecerlo”, los franceses lo “ganan”
(gagner l´argent), los ingleses lo “cosechan” (to earn money), los americanos
lo “hacen” (to make money) y los españoles, lo “buscamos”.
El ganar dinero mereciéndolo
puede convertirse incluso en un placer, cuando se recibe a cambio de una
actividad que se realiza con agrado y diversión.
El especulador de Bolsa vive una
auténtica embriaguez cuando gana dinero con ideas que han demostrado ser
válidas contra la opinión de los demás. La satisfacción de haber ganado con
justicia es para el jugador de Bolsa una alegría aún mayor que el dinero en sí.
Por el contrario, el jugador de
ruleta disfruta ganando, pero su segundo placer es perder, pues su gozo radica
en la excitación nerviosa y no en el dinero. Ésta es la razón por la que los
millonarios son mayoría entre los jugadores de azar apasionados, sin que les
importe la cantidad que arriesgan. Su placer radica en el desafío a la suerte.
Los intelectuales y los artistas
comparan su prestigio con la suma de dinero que pagan por sus obras. Hay
artistas que son muy buenos pero que desgraciadamente la gente de “pasta”
decide que su obra no tiene esa calidad.
Incluso la mujer más bella o
modelos femeninas rigen que su belleza al posar equivale al dinero que pagan
por esas fotos.
Por lo tanto, el ser pagado
constituye la mayor alegría que produce el ganar dinero. No importa cuál sea la
cantidad, del más rico al más pobre cuando sucede la sensación es la misma. Yo
mismo lo he sentido.
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