MÁS VALE PREVENIR
QUE CURAR
La opinión de la mayoría de la gente sobre la bolsa les lleva
a pensar que es un lugar que te lleva a la “perdición”, aunque más que perder
las piernas se pueda perder todo. Es cierto, se puede perder todo o en el caso
de una persona de a pié con sentido común y lógica, agarrado a unos
conocimientos consiga rentabilizar sus “ahorros” mucho más que si lo enterrara
en un banco.
Otros lo ven como una sala de juego, es decir, un casino.
Esta sala de juego ocupa un puesto privilegiado en nuestro querido (u odiado,
según se mire) sistema capitalista puesto que su carrocería son las empresas
que cotizan y el motor es la especulación bursátil. Las grandes industrias más
revolucionarias de la historia como el ferrocarril, el coche, el petróleo, la
electrónica, los ordenadores, Internet y muchas más no hubieran surgido sin la
especulación. Sólo la expectativa de una ganancia especulativa a corto plazo, y
no la ofrenda de depósitos deliciosos con altos intereses, han sacado de las
carteras del pantalón vaquero de los grandes y pequeños ahorradores la pasta
necesaria para la creación de nuestras industrias.
Por lo tanto, hay que dar gracias porque ese “money” que
viene del ahorro se da a la economía gracias a la Bolsa, por las infinitas
posibilidades de los productos de inversión existentes.
He recogido los mandamientos más claros a la hora de operar o
comprar en bolsa por la experiencia realizada en simuladores y por
profesionales como Luis Francisco Ruiz, analista de Estrategias de Inversión
(portal de inversión que nos proporciona los conocimientos necesarios de manera
gratuita para aquel que decida ser inversor):
“No se te ocurra
invertir dinero de tu bolsillo, coge unas tijeras y raja el colchón para coger
el que guardas dentro”. Borra de la memoria el dinero que necesites de aquí a un año, manipula
aquel que no necesitaras de aquí a varios años si las cosas no nos van como
pensábamos. Warren Buffet dice “Solamente
compra algo con lo que puedas estar a gusto si el mercado cierra durante 10
años”.
“Averigua donde te
metes”. Antes de
iniciar cualquier transacción analiza los pros y los contras porque sin la
experiencia será como pasar por un pasillo de cactus tirados por el suelo yendo
descalzo. Salvaguardar el capital que es un bien escaso, es esencial si uno
quiere seguir en la Bolsa. Como siempre “el
abuelo”, como lo llaman amistosamente los profesionales, afirma que “si no puedes ver caer tus acciones un 50% sin
ser presa del pánico, no debería invertir en los mercados de valores”.
“Meter todo el money en
la misma urna es un sacrilegio”. Que se quede grabado en el disco duro!! Cuando se invierte lo primero que
tienes que decidir es que porcentajes vas a destinar a cada tipo de inversión.
Esta situación va acorde al perfil del inversor, a las ganas de sufrir de uno,
y al momento bursátil. Una proporción 65%-35% será recomendable generalmente.
Si no se quiere sufrir demasiado un 70%-30% será el apropiado. Sin embargo los
mejores analistas alegan que en un escenario estable o alcista sea de 50%-50%. De ahí no se baja!!
“Pensemos antes de
actuar”. La
inversión es una combinación de formación y experiencia. Cuando alcanzas el
grado de responderte a ti mismo, ¿Comprar o vender? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Cuánto? ¿Qué
producto financiero? Estarás preparado para comenzar la batalla. Sino mejor
hacer otra cosa (se aconseja disponer de tiempo para adquirir conocimientos que
le permiten analizar y tomar posiciones en los mercados financieros).
Una regla esencial, no para la bolsa sino para la vida en
general. “Decide por ti mismo, no dejes
que otro lo haga por ti”. El inversor, aunque escuche o lea diferentes
medios, tiene que saber las razones por la que tomó una determinada posición.
Si realizas operaciones por lo que el señor X dijo en cualquier medio económico
cometerás los aciertos o los errores de otros y no aprenderás de la mejor
manera existente mundial de la humanidad, tus propios errores.
Pensar en unos ingresos estables. La inversión implica adoptar un riesgo. La evolución de los
precios no está bajo nuestro control y por tanto no podemos pretender unos
flujos de ingresos constantes. Habrá años buenos y otros malos, meses
excelentes y meses nefastos, días extraordinarios y días para haberse quedado
en la cama. Pensar que podemos construir un patrimonio que crezca de forma
lineal es un grave error.
“No te creas que por
entrar en la Bolsa le vas a pegar patadas a las piedras y van a salir euros”. Es bueno fijarse una meta respecto
a la rentabilidad financiera que queremos obtener, pero debe afrontarse a largo
plazo y de manera lógica y con un poco de sentido común. Cuanto más exigente,
irreal y a corto plazo sea el objetivo “hostia
más grande se pega uno”. Planificar a largo plazo te permite analizar bien
la economía y como consecuencia plantar bien los pies a la tierra y no llevarse
muchos disgustos.
“Mírate al espejo”. Otro aspecto del que no se
necesita saber de mercados financieros ni toda esa parafernalia es que nos
conocemos y sabemos hasta qué nivel aguanta nuestro cuerpo y mente. Si no
podemos asumir demasiado riesgo, modifiquemos la estrategia y ajustémonos a lo
que seamos capaces de tolerar. Como dice el refrán, “más vale pájaro en mano que
ciento volando”. Es decir, que sino soportamos tener tanto dinero invertido en
renta variable (acciones, futuros, warrants, opciones y cientos de ellas más)
pasemos a renta fija (pasta si o si pero menos de lo que podríamos conseguir en
la otra) que como dije antes no se tarda ni 48 horas y se puede invertir a
partir de los tres meses.
En conclusión, toda persona de mentalidad abierta que se
conciencie que puede ganar dinero en este mundo y esté dispuesta a adquirir
unos conocimientos tendrá su recompensa en un futuro no tan lejano. Como dice
el maestro Kostolany “Quien tiene mucho
dinero puede especular, quien tiene poco no debe especular. Quien no tiene nada tiene que especular”.